Un leve sonido se escuchaba a la distancia.
Un repique de las campanas de una iglesia perdida en un mar de cemento, rodeada de edificios sin alma, uno igual al otro. La iglesia no era especialmente bella, sólo que, en medio del resto, se imponia a la monotonia y quebraba el diseño que el sistema habia querido implementar en aquellos días.
La iglesia constaba de un jardín que la rodeaba ,con hermosas flores y algunos árboles, la iglesia tenia una alta cúpula donde se encontraba la campana que en ese preciso momento estaba sonando.
En cada golpe, se descargaba la furia de Natacha, si, Natacha era la que hacia sonar la campana.
Cada vez que tiraba de la cuerda descargaba toda la bronca que habia acumulado durante el día.
¡PAM! A el Padre, que la troturaba con sus clases de catequesis a la que ella en verdad no queria asistir.
¡PAM! A todas aquellas monjas que querian que creea en las mismas cosa que ellas, que querian que no cuestione, que no dude, que sea igual a ellas.
¡PAM! A todas las misas que debia asistir diciendo cosas que en verdad no creia, cosas que decia por decir.
Su paciensia habia llegado al limite. Se encontraba en un lugar donde nadie se cuestionaba, donde nadie avanzaba, todo habia sido igual desde siglos atrás.
Condenada a esa torturta desde pequeña cuando su padre la dejó allí, años aguantando, pero su reveldia habia llegado al climax y simplemente queria mandar todo a la mierda, queria escapar de esa carcel de crencias.
QUERIA
MANDAR
TODO
A
LA
MIERDA
Y lo hizo..
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